
Las estaciones se revelaron y están en huelga indignadas.
El que fuese potente sol con su ataviado calor, opacado por el aire que sale de ese aparato blanco en cada vez más oficinas y buses cinco estrellas.
Gente de gestos petrificados desde el corazón, convertida en extensión de las paredes de su trabajo.
Árboles grises y cableados sembrados por trabajadores gubernamentales.
Fauna reducida a zopilotes, palomas, ratas y perros callejeros.
¿Qué queda natural o bueno en la ciudad, si las aguas negras son la sangre que corroe sus venas?
¿Qué es lo que queda?
Poesía Urbana
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