lunes, 16 de febrero de 2009

Lumbreras noctámbulas




Son las 6:0o pm en el reloj que pende de la vieja e implacable pared de concreto. Todos ansiábamos celosamente un cielo despejado.La noche con su índigo manto nos abrió las puertas y penetramos en la oscuridad a expensas del viento que arreciaba contra nosotros, tumbándonos el ánimo y enfriándonos la razón.Encontramos entre todas, una "estrella", la más grande en el firmamento. No quiero sonar neurótica, pero me percaté de que el telescopio se burlaba de lo ígnaro que puede llegar a ser el ser humano. Caminé hacia él. La tierra en la cual dejé mis pasos fue testigo de la expresión turulata en mi rostro: ¡Pero si es Venus! -susurré. Sentí ganas de arrebatarle ese prodigioso lente al aparato y llevarlo en mi bolso como artilugio sagrado, para velar con él todas las subsiguientes noches cargadas de aun más estrellas y espacios infinitos. Y es que para ver las estrellas no hay que quitar los pies de la Tierra.

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