domingo, 16 de noviembre de 2008

Las mil y una cosas.


Si tuviera la lámpara mágica contorneada con mis dedos,

y dispusiese del genio concediendo tres de mis anhelados deseos,

probablemente se me caería en mil pedazos el cosmopolitismo

y saldría a relucir el atuendo lúgubre del egoísmo.


Un bombillito encendido en mi cabeza me recordaría

que dispongo tan solo de deseos, no de milagros.

Excusa perfecta para no abogar por la paz mundial, sería.


Seguirían mis pensamientos girando sobre tantos ejes...

¿Fama? ¿Dinero? ¿Salud? ¿Amor? ¿Erudición?...

Y cuanto más opciones surjan, alimentarían mi estrés.


Pero es ya un deseo cumplido poder hacer una canción,

Mojarme los zapatos en los charcos un día de sol.

No necesito esas historias árabes para crear ficción.

Lampara mágica, perdón, pero hoy te digo adiós.


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