miércoles, 29 de abril de 2009

Como en casa.























No siempre, pero a veces siento que odio esa alarma cada mañana "PI PI PIIIIIIIII PIIIIIIIIIIIIIIII", huy qué ensordecedor ruido que me priva de la última gota de sueños que me quedaba para llenar mi tanque de paz. Me sacudo la cabeza intentand0 asimilar que ya las horas siguieron su curso y yo debo seguir el día. "Es un día más que muchos no tuvieron", intento pensar. Así que me baño en optimismo y me visto de buen ánimo, antes de cruzar el singular portón azúl que me indica que el mundo espera por mí, hoy como siempre.

Me encanta salir a la calle con el perfume de relajación y enfrentar el mundo con tenacidad de acero, deleitarme en la fila de viejitos que media hora antes de que abran el banco, están listos para cambiar su lotería. Comerme y digerir la fila interminable de vehículos en hora pico, contra el vidrio del bus. Llegar tarde. Haber dejado el abrigo en la casa y sentirme de sangre fría, el viento contra mi cara y sin embargo a mi favor.

Es mi país, extremadamente bueno pero insuperablemente malo, en el que cada día me siento como en casa, ahora quiero creérmelo...

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