sábado, 11 de abril de 2009

Punto de no retorno


Todos nos podemos topar, en esos pasos sobre cerámica y la vida, con un punto así, sin retroceso posible, del cual no puedes escapar con una escurridiza desaparición.

Cuando se llega a él, pasan dos cosas, o se toma la decisión en el momento con los recursos que tengas en tus bolsillos, o se aplaza a fuerza de excusas.

Yo la he aplazado muchas veces, he devuelto las manecillas del reloj, o le quito la batería. Como Penélope, tejo para destejer, y ya no sé si para ganar o para perder tiempo.

Pero el punto del cual no hay retroceso me empuja las espaldas, y es cuando doy pasos en falso sobre un puente de tronco de madera viejo que puede desplomarse conmigo y mi vestimenta de niña pretenciosa.

Si me quito los zapatos y hago equilibrio. ¿Servirá?

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